Agradecimientos. -- Presentación. -- Prólogo. -- BARRIOS, CALLES Y LUGARES. -- Un recorrido por el centro de la ciudad. -- Un jirón del arrabal, el centro. -- Del chapinero de ayer y de hoy. -- Un mundo metido en ocho metros. -- La "ropa hecha" nació en San Miguel. -- La calle del embudo, viejo Rincón de Bogotá. -- La vieja Calle Real murió para siempre. -- Cuarto y comida para 250.000 huéspedes. -- Las Ferias, barrio casi olvidado. -- Ríonegro, barrio de deportes y piquetes. -- Los Mártires, puerto seco de Bogotá. -- Barrio de miseria en la avenida del Progreso. -- PERSONAJES EN SUS OFICIOS. -- Un abigarrado desfile de 15 años. -- Pedro León, penalista de bufete portátil. -- Papá Martínez, un servidor de los muertos. -- Luis Antonio se llamaba el Chivas. -- 25 años enfocando los acontecimientos. -- El peluquero, " a la cabeza" de la carestía. -- Fernando-Automático y su mundo propio. -- Del mar a la vorágine del spaguetti. -- El Arcipreste de Los Barrios Unidos. -- 24.000 kilómetros verticales leyendo y tejiendo. -- COSTUMBRES Y TRADICIONES. -- Romance y Aventuras a 5 centavos la hora. -- Cinco años de constancia para ahorrar 3 pesos. -- La lotería, vicio que no debe desaparecer. -- Cómo y dónde se divierten los bogotanos. -- Desaparecen las funerarias de la calle 10. -- El ciclismo, enfermedad de la circulación. -- El club de los encarnizados enemigos de la carne. -- El comercio menudo del centro de Bogotá. -- Las Mercedes, un día alegre y amargo. -- Champaña y morcillas frente al parque. -- Hinchas de El Campín, que no son hinchas del fútbol.

El indiscutible padre de la crónica Roja en Colombia, Felipe González Toledo también cultivo la la crónica urbana, en la más genuina tradición santafereña que inició Cordovez Moure en el siglo XIX y retomó J.A. Osorio Lizarazo en el siglo XX.

En torno a los usos y costumbres, a los personajes en sus oficios,

a las calles y plazas en proceso de transformación, a los puntos de encuentro de los capitalinos desde el estallido del 9 de abril hasta finales de los años 50, giran Las crónicas aquí compiladas que se publicaron en El Espectador y en el semanario Sucesos. Estas piezas de la literatura periodística que pasan del sabroso tono irónico al nostálgico, cautivará por igual a las viejas y a las nuevas generaciones gracias a la original punto de vista del cronista, perspicaz historiador de la vida cotidiana que en sus rituales recorridos por los barrios -cual flaneur criollo - traza un mapa sin pierde de la ciudad.

La memoria de Bogotá se enriquece con el redescubrimiento de estas crónicas que nos legó un chapineruno hasta la médula.